Llegamos a Las Cuevas, los tres, en medio de una tormenta de nieve. Contemplamos todo el camino los escenarios mágicos que nos regalo la ruta mendocina. Esas subidas, bajadas, precipicios y túneles. Ni que hablar de la paleta de colores, los cerros pintados como una bella pintura de Van Gogh.
Al llegar, fue increíble. Estar en contacto otra vez con la nieve, en cantidades desorbitantes. Si, estábamos en medio de la cordillera. Ahora que lo pienso, y me imagino a mí y me veo desde afuera, lo pequeñita que sería rodeada de todas esas montañas. En el siguiente video pueden ver un poco de las cuevas:
Las cuevas es un pueblo muy de película. Realmente, es mucha la historia que nos cuenta. Las vías del ferrocarril eléctrico y lo que hoy quedó como un montón de chapas. Los galpones, los túneles del tren Trasandino. Ahí estaría nuestro desafio: Estábamos reviviendo al pueblo con más de 15 fotógrafos, dándole vida. Habitando cada uno de los lugares, contemplando lo que cada uno de ellos podía ofrecernos y contarnos.
El sonido más característico de Las Cuevas los días de tormenta de nieve, es el silencio.
El silencio es un sonido en sí mismo? Yo creo que sí, y fue muy bello disfrutarlo. Nunca había sido tan consciente de ese silencio absoluto. Uno en casa, o esté donde esté siempre escucha algo. Una heladera, un motor, un auto que pasa a lo lejos, un termotanque. Acá, nada. O mucho. Paz.
A mi particularmente, la puna me atacó como suele pasarme. Me senti horrible el primer dia, luego de dormir y dejar que el cuerpo repose solo mejore muchisimo. En el siguiente video, van a poder observar el clima cuando llegamos, y el día del taller:
Dos días después, estaban llegando los primeros alumnos. Al otro día, el resto. Comenzamos con una charla introductoria presentándonos entre todos, contando cada uno nuestras realidades y quienes somos.
Así continuaba el workshop, y aquí un compiladito de esos días.
El primer día entonces, dimos la teoría introductoria de Fotografía Nocturna, de la mano de Rodrigo Terrén. Allí contamos nuestras experiencias e historias, a través de nuestras fotografías. Tuvimos también la participación de Charly Quintela, que agregó su conocimiento sobre las auroras boreales en Alaska, su paso por EE.UU y Canadá. A la noche, realizamos entonces la primer salida práctica. Comenzamos con una noche despejada que lentamente se transformó en nevada y viento. Al día siguiente continuamos con un poco de composición en fotografía nocturna, y luego quedaron liberados con la tarea de buscar cada uno al atardecer, posibles encuadres para a la noche realizar sus propias producciones.
Fueron muy bellos los resultados, y verlos participar en conjunto craneando ideas, organizandose con los roles y proyectando todo.
Finalmente el dia lunes, hicimos la teoría y práctica con Lightroom, un programa de revelado digital para darle una terminación a las imágenes, revisar posibles errores y aclarar dudas.
Realmente estamos muy agradecidos de esto que fue un desafio para todos. Adentrarnos una vez más a la aventura, a lo desconocido, a enfrentar la noche y sus obstáculos. A conocernos, a conectarnos y a aprender juntos.
Gracias a todos!!!
Al volver de mi último viaje (Calafate, el año pasado en Julio aprox) muchas cosas habían cambiado, y estaban empezando a cambiar. Mi salud no estaba bien, no podía recuperme. El camino estaba pidiendo a gritos transformarse y empezar de nuevo. Comenzar a trazar nuevos mapas, nuevas aventuras. Desaprender lo aprendido para arrancar de cero. Así fue que me decidí a permanecer en mi ciudad, hasta estar 0km. Lista para volver a salir, con toda la seguridad del mundo. Eso me llevó su buen tiempo, unos 6 meses que para mí fueron una eternidad. Tener que aceptar la ciudad, la locura y permanecer en ella siendo lo más inalterable a ese paisaje sin que me afecte. Todo un desafío. No fue nada fácil, acostumbrarme a mi soledad. A lidiar conmigo misma. Mi pareja ya no estaba, y debía reinventarme sola. Instrumentarme y ser fuerte.
PARTE 1: De Buenos Aires a Catamarca.
En enero, me sentí entonces, lista y con muchas ganas para volver a empezar. Emprendí el viaje saliendo desde Buenos Aires, con mi compañera Ruma y mi papa. Primer destino: Catamarca.
Disfruté los primeros días, las caminatas con mi perra y los atardeceres. Hasta que apareció Ale, compañero de viajes y talleres y no dudamos en hacer uno juntos. Fue todo un éxito! Tanto el de fotografía básica como el de Nocturna. La pasamos muy bien.
Luego de ello, nos dedicamos a conocer un poco de la puna y recorrer.
Cargamos las cosas en la moto, ropa, fotografía y salimos a la ruta con destino a Fiambalá, el Balcón de Pissis.
Atravesando bellísimos paisajes plenos de vegetación, pasamos en cuestión de segundo a la aridez, el adobe. La tranquildad de los pueblos, el viento caluroso que obliga a la gente a permanecer en su hogar y dormir la siesta hasta que el sol baje. El silencio.
Así, llegamos a Fiambalá para el atardecer. Nos fuimos a unos 15km más, hasta Saujil para conocer «La Duna Mágica». Una sola duna. Estuvimos allí la tarde, contemplando cómo el sol caía entre las nubes y la montaña. Y nosotros, rodando por la duna, corriendo carreras hasta llegar al pie. Sin dudas una experiencia muy divertida y recomendable!
Por la noche, a comer y a descansar. Nos esperaba por la mañana temprano, la bellísima vista a los volcanes más altos de latinoamérica: «Los Seismiles».
Nos despertamos, desayunamos, y salimos con dos chicos más también de Buenos Aires que iban a hacer la excursión con nosotros. El viaje fue increíble, escenarios por doquier y tan diversos. Era maravilloso ver cómo de la aridez pasábamos a vegetación sumamente viva, y luego: desierto.
Hasta ahí, todo venía bien. En cada parada, bajabamos a fotografiar, y también aproveché a hacer las producciones de foto para Makalu. Algunas en las que estoy pegando saltos… bueno. Esas fueron las que no estuvieron tan bien. En la Puna, las condiciones son un poco hostiles. Ya a 4000msnm, se complica estar corriendo o hacer grandes esfuerzos. Asi que luego de eso…no quedé muy bien como imaginaran. Ya al llegar al Balcón de Pissis, mi cara era blanca como una hoja y así fue como el resto del viaje me la pasé muda de lo descompuesta que estaba.
Más o menos hasta la noche, me duró ese malestar horrible. Dato a tener en cuenta: la alimentación es importante. No está bueno comer poco, ni comer mucho. Medido, pero con azúcar. Otra cosa es lo brusco con lo que se hace el recorrido. Para el cuerpo es mucha información de golpe estar a 34° de temperatura, y luego estar a 10°, y a 4200msnm! En cuestión de horas, el cuerpo no puede procesar toda esa información.
Bueno, la cuestion es que estuvo buenísimo igual, exceptuando este bello acontecimiento de mi cuerpo endiablado.
Al día siguiente, emprendimos la vuelta al pueblo, a Chumbicha donde estabamos parando con mi Abuela y padre. Las nubes que nos amenazaban, estaban cada vez más encima nuestro cual dibujito animado. Hasta que por fin… nos alcanzaron. No recuerdo cuántos kms habremos hecho con esa lluvia torrencial. Fue una linda experiencia, aunque les parezca mentira. En los viajes, hay que experimentar todo, y ese todo es parte del viaje.
Llegamos a Chumbicha chorreando agua por todos lados, con frio. Directo a una ducha caliente. No les puedo explicar la cara de mi viejo cuando me vio toda hecha sopa. Me quería matar, pero pobre ya está curado de espanto de que no le hago mucho miedo a esas cosas y amo kamikazearla. Me parecía divertido como si tuviera 8 años.
Más o menos en esos días, terminó el viaje en la provincia. Ale volvió a Buenos Aires, yo comencé a bajar. Mi destino era una vez más, la Patagonia.
Tenía más o menos trazado un recorrido, que finalmente no fue ni similar en un 15%. Estoy convencida de que planear no sirve de mucho, porque todo cambia siempre a último momento y está bárbaro. Así terminé, en Bariloche.
PARTE 2: De Catamarca a Bariloche.
Tomé un micro desde La Rioja, hasta Mendoza, y de Mendoza a Bariloche. No les puedo explicar el calor que hacía en Mendoza, y el calor que pasé en el micro. Mientras hacía tiempo para el otro micro, entré negocio por negocio a ver cual estaba más frió. En la terminal, NINGUNO tenía aire, y si lo tenían, realmente no se notaba. Sentía que estaba al borde de morir. Con la mochila enorme, la mochila con mi equipo colgada adelante que es de 40litros, y una bolsa que tenía la heladerita con mis medicamentos. No podía más, literalmente. Me estaba ya bajando la presión del calor que mi cuerpo había acumulado. Dejé mis cosas en la terminal, y me fui con el equipo en busca de un lugar fresco en el centro. Ahí me quedé como 2 hs, hasta que logré bajar la temperatura. Tomé el otro micro, y dormí unas cuantas horas.
Bariloche me recibió con un día espléndido, un sol radiante que bañaba todo el lago.
Hambrienta, fui a deleitarme a Rapa Nui con una rica merienda. Volver a a ver a Santi, mi amigo que agradezco siempre, que tiene un lugarcito para mí.
Reencontrarme con el paisaje, mi amigo Lucho con quien disfrutamos de muchas birras, paseos y guitarreadas. Es más! Grabamos un tema suyo juntos, que áun no subí y prometo hacerlo pronto.
Bariloche es un lugar que siempre vuelvo, me siento a gusto.
PARTE 3: De Bariloche a Piedra Parada.
A los pocos días, saben qué? Me volví a encontrar con Ale! Sí, era el encuentro de Piedra Parada. Mis planes no habían salido como quería, y en realidad no era el destino ir a Bariloche, pero terminé ahí. Ale también, así que me sumé al encuentro de Fotografía Nocturna, que no estaba en los planes.
Así salimos un viernes. Conocí a Milva, una piba loca como una, pero con una sincronicidad tremenda. En cuestión de segundos nos hicimos muy cómplices.
El viaje fue tipo esos de egresados, no por el descontrol si no porque nos convertirmos en adolescentes, cantando, haciendo giladas, etc.
Llegamos a Piedra, un paisaje de otro mundo. Un escenario lunar de no creer. Esas formaciones rocosas que te ponen la piel de gallina, (o al menos a mí que me encanta la geología). La famosa y dichosa «Piedra Parada», una cosa enorme que fue lo que quedó, del centro de un volcán. En realidad, es lava solidificada si no me equivoco (Si le erré, y mi profe de Geografía lee esto, me caga a piñas). Estar frente a ella, caminar a su al rededor, rodearla es increíble. Su inmensidad no se percibe en una foto, así no más. Un lugar mágico en medio de la nada. Y que hablar, de la gente que conocí alla! Gente con la que nos conectamos usualmente en facebook pero no tenía oportunidad de conocer en persona, como a Pau, a Walter, a Sebas, y algún otro que me estoy olvidando.
Además de toda esta movida fotográfica, Piedra Parada es el parque de diversiones de los escaladores, con los cuales compartimos también estos cuatro días. Era un mix digno de apreciar. Comunion total.
Fue un lindo encuentro, en un lugar recóndito en el medio de la nada, sin internet, desconectados totalmente haciendo lo que nos gusta, compartiendo y claro el último día fue una fiesta, literal.
PARTE 4: De Piedra Parada a Bariloche
Retornamos todos a Bariloche, disfrutamos la última noche con los chicos, y al día siguiente un terrible desayuno en Rapa Nui (si, somos todos gordos, yo trabajo más que nada para comer).
Seguí sola en Bariloche, y a los poquitos días activé para recorrer el circuito chico en bici. Asi que me contacté con Circuito Chico Adventures, quienes gentilmente me dieron una bici a cambio de las fotografías que realicé allí. Linda experiencia, los primeros km me mataron. Todo subida, pensé que iba a morir. Otra de las tantas veces donde me digo: quien carajo me mandó a hacer esto! Pero fue increíble, posta. Me tocó un día precioso, soleado y caluroso. Hice mi parada para almorzar, claro, frente a los lagos. Bellísimo.
Días después, me propuse hacer también, la excursión a Puerto Blest, que hacía mucho tenía en mente. Me comuniqué con Turisur, empresa de viajes y turismo y de la misma forma accedí a la navegación por Blest y el lago frías. La selva valdiviana patagónica, es hermosa. Otro día hermoso me tocó.
El color de sus aguas, entre verde y celeste es de no creer. Perderse en el bosque, adentrarse en el silencio.
Cascadas, lagos, cerros, árboles enormes con miles de años, hermoso.
El lago frías, de un color totalmente distinto. Su color verde lechoso, debido al origen glaciario es algo único. Allí en el puerto, la motocicleta con la que el Che hizo uno de sus tantos viajes por latinoamérica, y la frontera chilena.
Ya habiendo cumplido mi ciclo en Bariloche, habiendome tomado unos cuántos submarinos con tortas decidí marcharme, para volver a uno de los lugares que más amo en el mundo: El Chaltén.
Agradezco a la gente de Chaltén Travel, que gracias a ellos pude ir hasta allá.
PARTE 5: De Bariloche al Chaltén
Un viernes (creo) arranqué tempranito, primeras horas del amanecer para tomar el colectivo directo al paraíso. Ahí estuve esperando en la parada, porque no salía de la terminal, y un poco con incertidumbre porque siempre la pifio en algo, entonces tal vez no salía de ahí el micro. En eso veo un pibe rubio, cargando 45 cosas que se le caían por los lados cual Ekeko, y en un español extraño (como que era re de afuera). Me pregunta si de ahí salía Chaltén Travel. Dije que sí, asumiendo en mi cabeza entonces, que los dos no podíamos estar equivocados.
Este bello ser, Matthias, se transformó en mi compañero de viaje. No solo compartimos 14mil horas de ruta hablando, si no que seguimos conectados al llegar al Chalten para salir a hacer senderos juntos. Matthias, otro viajero como yo que venía desde Suiza viajando por toda Latinoamerica en moto, hasta San Martin de Los Andes que se rompió. Sin dudas un loco de la guerra, con su compañera llama «Mochi». Yo le repetía todo el tiempo que estaba mal de la cabeza, arriesgándose a cualquier cosa con su drone.
En fin. Días después, el suizo partió, y saben quien volvio? Si! Ale nuevamente! Coordianamos para hacer un nuevo taller en Calafate.
Mientras tanto, a mi me habían convocado en el verano la gente de Cultura de El Chaltén para realizar una muestra fotográfica. Un orgullo y un placer para mí, estar mostrando mi trabajo en un lugar que amo y aprecio tanto. Fue todo un desafio hasta ese entonces, ponerme a mirar mi pasado en fotos, de mis viajes anteriores. Reconstruir desde ahí. Me gustó mucho hacerlo. Ale me dio una gran mano con el armado, y sobre todo con las impresiones ya que me las trajo de Buenos Aires.
Cuando terminamos ya con esa parte, nos dedicamos a recorrer. Ir al cerro torre, como algunos ya saben yo fui por tercera vez, y esa fue la vencida. Pueden leer las dos crónicas con respecto a eso en aquí: Parte1 y Parte2
Una noche espectacular nos toco, y al día siguiente todos rotos, nos fuimos para el Lago del desierto.
A todo esto, me reecontre en Chaltén con Franco. Una persona adorable que tuve el gusto de conocer, el primer día que llegué a Chaltén por primera vez. Agradecida siempre de su ayuda y su buena onda. Tambien reecontrarme con mi otro surfer, Mariano, un loco apasionado por la fotografía analógica.
Estuvimos parando en Patagonia Hostel, y con ellos realizamos entonces la excursión a lago del desierto. Día más hermoso, no podía haber tocado. Pero sin dudas estábamos muertísimos! habíamos bajado del torre a las 2 de la mañana, llegamos a las 4 y las 5 estábamos comiéndonos una milanesa en Rancho Grande.
En ese viaje al Lago, conocimos a Franco (otro Franco), quien nos llevó. También, otro loco apasionado por la fotografía analógica y experimental.
Al regreso, pasé por uno de los hoteles más reconocidos y hermosos que puede haber en Chaltén, pero alejado de todo: El Pilar, a unos 15km del pueblo. Nunca había ido hasta allá, y mucho menos conocía por dentro. Fui en busca de Cris, una de las encargadas y no les puedo explicar la sensación maravillosa que experimenté en ese lugar. Fui a hacerles fotos, pero me quedé encantada con la vista, la casa, el living, todo. Todo era muy cálido, y agradable. Qué decir de Cris y Guille, que reflejan tanto lo que es ese lugar. No puedo olvidarme de Coca, la mascota de El Pilar! Una gata traviesa y súper adorable. Bueno hay mucho por contar, pero no podía dejar de contar esto que para mí fue único. Un lugar hermoso donde me sentí muy a gusto y sin dudas volveré. Acá pueden ver las fotos
Todo en Chaltén es mágico. Su gente, la noche, las estrellas, la naturaleza. Pero un día tocó irme también. Fuimos con Ale a Calafate, donde organizamos el taller gratuito.
PARTE 6: De Chaltén a Calafate.
En Calafate, llegó un poco el relax gastronómico. Pasamos nuestros días en La Zorra, donde nos hicimos habitúes. Dimos un hermoso taller gratuito apoyado por la municipalidad de calafate, para unas 20 personas. Fotografía nocturna, y al día siguiente revelado digital.
No faltaron también las meriendas y desayunos chocolatosos.
Agradecer mucho a Nadia, quien una vez más me brindo un espacio donde estar y dormir, de lo más cómodos con los dos pichichos que me olvidé los nombres.
A walter, por invitarnos esas pizzas tan caseras que hizo! El anfitrión numero uno y el mejor que podemos tener los fotógrafos. Alguien que hizo mucho para que nosotros estemos acá, haciendo esto que nos gusta y que sin dudas fue un placer conocerlo en Piedra, donde también en Chaltén nos encontramos a comer juntos.
Acá un poco, termina este viaje lleno de anéctodas, sueños, caminos y gente. Digo un poco, porque tampoco fue tan así. Faltaba la vuelta!
El último día, me reencontre con Jony, el rasta para disfrutar del glaciar antes de irme.
PARTE 7: De Calafate a Buenos Aires
Bueno, si hasta acá todo les pareció mucho, no saben lo que fue esta vuelta.
Yo, como siempre sin un peso. Porque esa es mi realidad, no porque me vaya mal si no porque no ahorro. Prefiero disfrutar de lo que tengo, gastándolo y no haciendome problema si mañana ya no hay más.
Entonces, para volver a Buenos Aires no tenía muchas alternativas porque no tenía dinero. Decidí volver a dedo, ya había hecho esto otras veces, pero nunca lo hice sola en grandes tramos.
Me levanté entonces, temprano un dia, cuando aún era de noche, me tomé un te, saludé a la chica del camping y partí a la salida de Calafate. Muchisimo frio, pero con todo el peso que traía encima, y las cuadras que caminé eso ya ni se notaba. Un amanecer iba asomando, de colores violetas y naranjas, hermoso. Llegué a la salida, apoyo mi mochila en el suelo, me saco la campera, y para el primer auto. Un repartidor de Andreani, que iba a Rio Gallegos.
– Te sirve? para donde vas?
– Voy para Buenos Aires, pero cualquier lugar que me acerque está bien!
– Bueno bárbaro, subí nomas.
Subí, y fuimos un poco charlando de lo básico, como te llamas, que hacés por acá, etc.
Me dejó en el puesto de Guer Aike, a la salida de Gallegos, que ahí pasaban bastantes camiones y autos y podía tener suerte. Me bajé, se acerca gendarmería para que vaya a dejar mis datos. A cara de perro, entro y les doy mi DNI como pidieron (odio estas cosas). Me preguntaron hacía donde iba, le dije a Buenos Aires. Uno de ellos, me dice: parate ahí, donde esta esa columna así te da el sol y no te da frio, que de ese lado pasan muchos camiones que te pueden llevar. Yo, del otro lado paro a los autos y les pregunto a donde van, si alguien va para Buenos Aires, o por ahi, les pregunto si te pueden llevar,te parece? PERO CLARO! parecía un sueño, tanta amabilidad que no se podía creer. Salgo entonces del puesto, apoyo mi mochila y me quedo donde me dijo. Empiezo a hacer dedo, pasa un camion: nada. Pasa el segundo, frena al costado y me espera. Voy corriendo, le digo que voy hasta Bs. As si me puede llevar. Claro que si! Me dice.
Me subo, y ahí emepezó una aventura de 3 días.
Viajé con Hernan, que atrás venía en otro camion su compañero. Dos chilenos, copadisimos. Los hermanos de nuestro país son increíbles, pese a lo que la mayoría piensa.
Compartimos largas horas, de café, comida, musica y muchiiiiisima charla. Vivir la vida de ellos, es una locura. DOrmir 4 hs al día, estar el resto de el despierto y presente en la ruta para llegar a tiempo, y llegar bien.
Una experiecia que no voy a olvidar. Cansadísima llegué a Buenos Aires, me dejaron en Ezeiza. Tremendo calor, y ya extrañando el sur. Mientras esperaba el bus para llevarme a capital, una foto del Fitz Roy enorme, en un cartel de la vía publica. Primeras horas en Buenos Aires, y ya extrañaba tanto volver.
9mil quilometros, 50 días de viaje. Todas las casas donde dormí, toda la gente con la que compartí, las veces que me cagué de frio, los adorables perros que se me cruzaron, los trabajos que hice. Todo eso fue parte de esta hermosa experiencia, y no quiero dejar de sobre todo, agradecer.
AGRADECIMIENTOS:
Mi papa, abuela, tía, primos por el aguante en los talleres, el alojamiento, la comida, compartir conmigo la fotografía. A todos los que asistieron a los talleres, y amaron a Ruma.
A Ruma, por bancarme por estar siempre ahí. Compartir lo que me gusta hacer.
A Ale, por ser parte de a tramos en este viaje y muchos otros momentos.
a Milva, por conocernos y ser tán complices, tan simples rápidamente.
A Santi por brindarme una vez más su hogar, la buena onda y los buenos momentos.
A Lucho, por esas tardes de música, de birras y paseos.
A Turisur, por la increíble experiencia de Puerto Blest, y Lago Frías.
A Circuito Chico Adventures por brindarme la bici para rodar por el circuito Chico.
A Chaltén Travel por el alojamiento y pasaje hasta el Chaltén
A Franco por el aguante de siempre, los paseos y las birras (uff!!).
A Mathi, Cachito, por su compañerismo, dulzura, risas y momentos.
A Sasa, por habernos encontrado, por legarme su comida!
A Patagonia Hostel, por alojarnos y llevarnos a Lago del Desierto
A la gente de Cultura y Turismo de El Chaltén, Alvaro, Pia, Sole, María por recibirme siempre y organizar la muestra de fotos
A Mariana de las Agachonas, a Cris y Guille de El Pilar por confiar en mi trabajo.
A Lucas, por prestarme la bolsa para vivakear en el torre.
A Walter por los momentos, las charlas y el aguante
A la gente de la municipalidad de Calafate por apoyarnos con el taller. Al Choca por la gestion!
A Nadia por darme por como 4ta vez su casa, llevarnos a la radio.
A Jony por acompañarme al glaciar una vez mas y pasar una bella tarde (congelada!)
A Hernán, por haberme llevado a casa.
A Makalu, por el apoyo incondicional y brindarme la ropa técnica que tanto necesito.
Al apoyo de todos. Gracias a todos por leer
Muchas veces, ser paciente puede convertirse en tu gran aliado de aventuras. Cuántas veces, gracias a ella, lograste tomas que tal vez no imaginabas, o sí lo hacías pero no querías esperar?
Aquí, el resultado de una de las tantas veces para mí.
Esto sucedió en Marzo, aproximadamente, en mi segundo intento por retratar a la Laguna Torre con el Cerro Torre de fondo y de noche. En el pueblo de El Chaltén, Santa Cruz.
La primer vuelta salí a eso de las 12 de la noche con muchísimo frío, un poco de viento, y se veía ya desde el sendero que el Torre justamente, no se veía ni de casualidad. Sin dudas, dije: «Quizás llego, y se despeja». Bueno, no sucedió. A veces el universo conspira pero en este caso me falló. Llegué al bosque del campamento, con una bruma y una llovizna horrible. Persistí. En vez de volverme al pueblo, me quedé durmiendo en la bolsa de dormir abrazada por los árboles y su dulce arrullo. Cada tanto, asomaba la cabeza para observar el cielo, tal vez lograba ver una estrella… si, mi deseo era enorme, pero la noche no parecía mejorar. Lloviznaba. Muchísimo frio.
Por suerte, no la pasé mal con el tiempo, estaba abrigada lo suficiente y con una buena bolsa de dormir que me prestó mi amigo Lucas. Sí tenia muchas ganas de tomar algo calentito, pero el té que había llevado en el termo…ya estaba HELADO.
Asi que me acosté, cada tanto espiaba pero no resultaba nada. En una de esas, me propuse dormir. Cosa que hacía cada 5 minutos, porque al estar sóla, y sin un resguardo como una carpa, tenía un poco de miedo, no les voy a mentir. Un miedo inocente, como el de que una lauchita venga a dormirse conmigo a mi bolsa. No sonaba agradable ni un buen plan para mí. Tampoco quería quedarme dormida! Mirá si al amanecer, todo estaba despejado??!!!. Claro Melisa, sí…
Desperté a las 7am, aproximadamente, guardé mi bolsa, las cosas en mi mochila, y salí para el sendero de la laguna, que está ahí a unos pasos. Sin dudas, el cerro Torre no tenia ganas de salir a mostrar su esplendor. La bruma seguía, y unos rayos de sol, se disparaban por todos lados. Saqué mis galletitas, y sin té, me quedé contemplando ese bello momento mientras tanto. Aquí algunas fotos y vídeos de ese grato momento.
De todas formas, pese a la bruma, fue un hermoso amanecer. En ese momento pensaba, ya que eran cerca las 8, qué estaría haciendo la gente que conozco. Muchos preparándose para irse a trabajar, otros recién levantándose, otros tal vez acostándose. Y yo? Disfrutando de una hermosa caminata por el sendero, escuchaba los pajaritos cantar, y el sol que de a poquito iba entibiando el alma. Así, con esa sensación volví a «casa». El hostel donde estaba parando.
Pero aquí no termina todo…
Volví a intentarlo una segunda vez. En el pueblo, el cielo pintaba maravilloso, casi como un cuadro de Van Gogh. Una noche fría, cautivante llena de estrellas. Pero esta vez me dije: Melisa, si al llegar al mirador del Torre, el mismo no se ve.. ya está! Para qué vas a ir hasta el final del sendero? Bueno, mi mente y yo coincidimos en que esa idea era válida.
Empecé a caminar, confieso que con más miedo que la primera vez sola, y de noche, no sé. Tal vez por ya conocer el camino, quien sabe pero tenia mas miedo. O en realidad, tenía miedo. Cuando llegué al dichoso mirador, una nube GIGANTE tapaba al Cerro Torre. Ok, me dije. No avancemos más. Pero, me quedo un rato sentada en los banquitos, disfrutando del silencio de la noche, y de las estrellas. Ahi se me ocurrió, de no volverme otra vez a «casa» sin aunque sea alguna toma.
El plano, no me ofrecía nada interesante… pero tal vez una Timelapse podía salvar mi noche, por cómo las nubes iban desapareciendo y reapareciendo otras. Así que saqué la cámara, trípode en mano, me abrigué bastante ya que por la caminata estaba sólo con buzo y acalorada, y dejé el termo de té a mano. Empecé a hacer el timelapse, disparando de forma manual, continuamente luego de 30 segundos. Creo que a los dos minutos, ya esta sintiendo bastante frio. Recurrí a la campera de pluma, y a hacer marchar esos tés conmigo misma.
Seguí disparando, parada, hasta que el frio y el cansancio me vencieron, y decídí regresar. Apenas había hecho unas ciento y pico de tomas creo.
Volví al rancho, al menos con el alma contenta de haber regresado con ese algo. A la mañana siguiente cuando desperté, me puse a visualizar mejor la secuencia de tomas, y noté, que además de que las nubes aparecían espectacular-mente como una explosión, había algo más. Un plus en el trabajo, que me hizo sentir feliz y satisfecha.
La luna, daba sus luces y juegos de una manera esplendorosa. Pero no, no era eso. Algo más había.
Lo descubriste? Sí, si estás pensando en eso.. .Sí. El Fitz Roy, o Cerro Chaltén, se estaba nevando en ese preciso instante que yo estaba contemplandolo. Sin dudas, un espectaculo para mí, y cómo ese mero hecho cambio mi cara, y mi sensación de haberme quedado allí.
Cuan importante es la paciencia a veces, que nos devuelve estos pequeños pero enormes momentos, que llenan mi alma.
Gracias por leerme 🙂 Agradecer particularmente a Makalu Outdoors, por la indumentaria técnica, que gracias a ello no pasé frio. A Lucas Rubiolo, que me prestó para la primera vuelta, la bolsa de dormir y a Franco Peralta de Rancho Grande, por el banque de siempre y el termo para el té.