Bosque de Arrayanes, en Bici
Hoy les vengo a contar de cuando hice el Bosque de Arrayanes, en bicicleta.
La siguiente crónica entonces, pertenece al primer viaje que hice sola, cuando recien me iniciaba en la fotografía con una cámara analógica, y una cámara pocket sony que ya regalé.
Este fue como les decía mi primer viaje, pero también fueron mis primeras «vacaciones» porque aún trabajaba, que hacía sola.
Siempre me intrigó el sur. Poco conocía de Argentina, y creo que no más que Jujuy, Santa Fé, Córdoba y Catamarca. No fui de viaje de egresados, con lo que tampoco conocía el paisaje barilochense.
Así que ahí me vine, preparando la valija y diagramando este viaje. Hoy no puedo recordar cómo conocí Couchsurfing, pero lo vi viable para ahorrar dinero en alojamiento ya que tampoco disponía de gran dinero para gastar. Realmente en este que fue mi último trabajo, ganaba muy poco. Me empeñé entonces, en ver las maneras de gastar lo menos posible.
Saqué los pasajes, busqué alojamiento en Couchsurfing para Villa La Angostura y Bariloche. Tenia muchísimas ganas de recorrer ambos destinos, en el vehículo que más amo y disfruto: la querida bicicleta.
Y así fue. Lo primero que hice sin dudas, fue conocer este maravilloso bosque, el de Arrayanes. Que en realidad, fue el principal objetivo del viaje y por el cual decidí ir al sur.
Movida y motivada por la canción de Spinetta «Cómo un perro», que decía: «Por que tu amor puede obligar? me lleva de ciudad en ciudad y hasta en un bosque de Arrayanes, te sigo sin necesidad». Ahi escuché por primera vez esa palabra, y la busqué. Fascinada con las fotos, dije: Quiero ir ahí.
Y casi que lo recuerdo, como si fuera hoy porque lo disfruté como nunca.
Alquilé la bici en la avenida, ya que al ahorrar en alojamiento podía darme esos «gustitos» o permitirme gastar el dinero en esas cosas, y bicicletee hasta el puerto, donde inicia este parque Nacional: La península de Quetrihue (que significa: donde hay Arrayanes).
Me dirijo hacia la oficina para abonar la entrada, y tres chicos que estaban entrando me dicen: «Hola! vas al parque? Deciles que venis con nosotros, así no pagas la entrada…». Yo: no! en serio? Sisi! Venite atrás nuestro y no pagas.
Imagínense, llegar hasta el lugar y encontrarse con esas situaciones mágicas. Si, la magia de los viajes ya estaba empezando a suceder.
Tenia un poco de miedo, sobre todo de pinchar una goma porque no tenia nada. y cuando digo nada, abarca también comida y agua. Me pasa siempre lo mismo, que me da vagancia portar con esas cosas. Después sufro «como un perro», y tal cual así fue. Me cagué de sed, hablando en criollo.
De todas formas, el camino fue alucinante hacerlo en bicicleta. Nunca había andado en terrenos «agrestes» y me encantó.
Visité el primer parador. Moría con la vista. Allí estaba una señora, a la cual le pido que me saque una foto, y esta fue la primer foto:
No señora, al revés! Me heché a reír, que no podía mas. Cosas típicas que pasan. Y así seguí, durante esos 13km. La primer parte, 2km de escaleras fue la más «fea», por decirlo así porque tenia que cargar con la bici al hombro.
Disfruté mucho sobre todo las bajadas. Leía los carteles que decían: «Cuidado, pendiente peligrosa». Y yo en mi cabeza decia: bah, qué tan peligroso podría ser? Y así me mandaba como kamikaze sin bajar la velocidad. No me caí, pero estuve cerca varias veces pasando por filos y realmente eran bajadas pronunciadas (no lo hagan en sus casas!). Sí, suelo ser muy inconsciente a veces pero se que la naturaleza me proteje.
En el camino, los que me conocen bien podrán adivinar a quien me encontré y me siguío todo el camino.
Si, un perrito muy hermoso al que bauticé esa misma tarde Rómulo, porque era muy parecido a mi perrita Ruma.
Llegué finalmente al bosque, que se encuentra al final de la península. Até la bici, y Rómulo parecía estar en su casa. Me dediqué a recorrer un rato el bosque y fotografíarlo, pero la sed me ganaba.
Así que fue urgente a una casita de te, entrengandome al robo porque obviamente sabía que iban a asaltarme con el precio. Pero es el precio que uno tiene que pagar cuando es gil! jaja. Asi que me tome el agua desesperada, y me fui a contemplar el horizonte en el puerto. A lo lejos, veo a los chicos que me «hicieron pasar», y les saqué esta foto con la analógica
Me quedé un buen rato sentada ahí, estirando las piernas, descansando mientras tomaba fotos. Le saqué de incognita a dos chicas que estaban tomando mate, y al rato ellas se acercan y me dicen: Hola, cómo estas? Querés que te saquemos una foto? Yo, medio rehacia a esas cosas les dije: bueno dale, yo les saqué una a ustedes!
Fue una hermosa tarde, en la que aprendí sobre todo que hay que llevar agua! No se olviden nunca! jaja.
Emprendi la vuelta al ratito, porque no quería que anochezca y claramente me dedique a ir a comer y beber para festejar la bicicleteada.
Si van a Neuquén, no se pierdan entonces de realizar esta visita al hermoso bosque!