Aventura en Parque Nacional Patagonia: Parte 1
Parte 1: Ascenso a la proa de la meseta
Es la una de la mañana, y acabo de bajar. Aquí preparando en el domo de Puesto Rincón el aislante y la bolsa, para por fin descansar de una larga trepada.
El guardaparque del Parque Nacional Patagonia, me acercó hasta el mencionado puesto, para evitarme de hacer unos cuántos quilómetros caminando. En principio mi plan delineaba ascender a la meseta aún de día, pasar allí la noche y bajar al amanecer, luego de hace unas cuántas fotos.
Llegamos al puesto alrededor de las 20hs, con lo cual ya quedarían algunas pocas horas de luz. Me agarró la salida de la luna, por encima de una laguna con abundante avifauna en una de las últimas paradas antes de llegar a la tan ansiada cumbre de la meseta, con sus 1400msnm. Fui todo el camino entusiasmada pensando en las posibles tomas que haría, de yo adentro de la bolsa alumbrando con la linterna frontal la luna, las estrellas, el lago Buenos Aires de fondo, y muchas otras tomas más.
Faltaba muy poco, cuando enciendo la linterna y veo OJOS. Esa es mi táctica para saber si hay algún animal cerca, ya que con la luz de la luna veo perfectamente el terreno, pero con linterna que ilumina sus ojos puedo ver rápidamente cualquier bicho sea grande o pequeño.
Dichos ojos, pertenecían a un guanaco, que tan asustado como yo, estaba parado en medio de la subida, pensando quien sabe qué, pero probablemente que yo era un depredador.
En ese momento jugué o me sentí su cazador. El con miedo, yo sacándole fotos muy tranquilas, mirándolo con admiración.
No faltaron minutos que comenzó a alertar a la manada de mi vista, y el posible peligro inminente.
Su relincho revotaba y daba vueltas por todos los rocones del ascenso, se escuchaba fuertemente por todos lados. En ese momento mi discurso cambió, y me sentí tan presa como el. Me dije para mis adentros, dejá de hacer eso, porque estás alertando al puma brindándole información, y no sólo vendrá por vos, si no por los dos.
Pensé lo espectacular que sería de igual forma, poder capturar bajo la luz de la luna, el momento donde viene el puma y lo depreda. Sería espectacular, pero luego me desdije y pensé, mejor no. No esta noche, que estoy sola, y… es de noche. No gracias.
Hizo su alerta por un largo más, hasta que me fui acercando, de paso subiendo más y se fue. Yo comencé a llorar. No porque me diera vergüenza llorar delante de él, sino porque así bajó mi sentimiento y agradecí por este momento.
[Continua en parte II]